LAS SUPUESTAS MALAS HERMANAS
Nosotras éramos inseparables, vivíamos con papá en una linda casa… hasta que un día el se junto con una mujer que tenia una hija que se llamaba cenicienta.
No era muy buena que digamos, era caprichosa, egoísta y siempre andaba con mala car. Le gustaba mucho limpiar y hacer cosas pero ella sola, como leer, escribir cuentos y demás.
Como ella siempre limpiaba pero porque solo le gustaba, nadie la obligaba la gente que iba a la casona empezó a decir que la obligábamos a limpiar y que no la queríamos. Porque nosotras siempre estábamos bien vestidas y ella estaba sucia fregando el piso.
Entonces las vecinas, nuestras amigas y los demás empezaron a mirarnos con mala cara y evitar estar con nosotras.
Nosotras éramos inseparables, vivíamos con papá en una linda casa… hasta que un día el se junto con una mujer que tenia una hija que se llamaba cenicienta.
No era muy buena que digamos, era caprichosa, egoísta y siempre andaba con mala car. Le gustaba mucho limpiar y hacer cosas pero ella sola, como leer, escribir cuentos y demás.
Como ella siempre limpiaba pero porque solo le gustaba, nadie la obligaba la gente que iba a la casona empezó a decir que la obligábamos a limpiar y que no la queríamos. Porque nosotras siempre estábamos bien vestidas y ella estaba sucia fregando el piso.
Entonces las vecinas, nuestras amigas y los demás empezaron a mirarnos con mala cara y evitar estar con nosotras.
CAMILA RAMBURGER
Nosotras no somos malas... Escuchen la verdad
Desde que nuestra madre se casó con ese hombre feo y viejo, que encima tenía una hija hermosa, todo el mundo creyó que éramos egoístas, malas y envidiosas.
Pero no es así, nosotras éramos buenas y felices con nuestra querida familia hasta que nuestros padres se separaron; eso, como a todo el mundo le puede suceder, nos influyó en todo: el colegio, las amistades y, principalmente, la personalidad.
Nos volvimos malhumoradas y descontentas, enojadas con la vida y con el mundo. No debió ser así, pero fue muy fuerte y triste para nosotras...
Todo empeoró más, mucho más cuando teníamos de hermanastra a Cenicienta; le envidiábamos todo, su familia, su dinero, su hermosura, su solidaridad, su felicidad...
Es mentira que nosotras la obligábamos a realizar las tareas domésticas y a dormir cerca del fogón; ella sola lo hacía porque no quería que durmamos en el living, ni que realicemos esas tareas tan aburridas.
El problema mayor fue cuando el príncipe del lugar un gran baile decidió dar... Nosotras, esperando que algo de nuestras vidas se resuelva, decidimos ir y tratar de enamorar a ese príncipe tan hermoso.
Pero una amiga de Cenicienta, muy entrometida, divulgó por ahí que nosotras no la dejábamos ir, y que una hada madrina le propuso asistir y la ayudó con su varita mágica...
Grandes mentiras con el tiempo se dijeron, pero la única verdad es que nosotras nunca fuimos egoístas ni malas, solo envidiosas, pero para eso hay buenas razones...
Desde que nuestra madre se casó con ese hombre feo y viejo, que encima tenía una hija hermosa, todo el mundo creyó que éramos egoístas, malas y envidiosas.
Pero no es así, nosotras éramos buenas y felices con nuestra querida familia hasta que nuestros padres se separaron; eso, como a todo el mundo le puede suceder, nos influyó en todo: el colegio, las amistades y, principalmente, la personalidad.
Nos volvimos malhumoradas y descontentas, enojadas con la vida y con el mundo. No debió ser así, pero fue muy fuerte y triste para nosotras...
Todo empeoró más, mucho más cuando teníamos de hermanastra a Cenicienta; le envidiábamos todo, su familia, su dinero, su hermosura, su solidaridad, su felicidad...
Es mentira que nosotras la obligábamos a realizar las tareas domésticas y a dormir cerca del fogón; ella sola lo hacía porque no quería que durmamos en el living, ni que realicemos esas tareas tan aburridas.
El problema mayor fue cuando el príncipe del lugar un gran baile decidió dar... Nosotras, esperando que algo de nuestras vidas se resuelva, decidimos ir y tratar de enamorar a ese príncipe tan hermoso.
Pero una amiga de Cenicienta, muy entrometida, divulgó por ahí que nosotras no la dejábamos ir, y que una hada madrina le propuso asistir y la ayudó con su varita mágica...
Grandes mentiras con el tiempo se dijeron, pero la única verdad es que nosotras nunca fuimos egoístas ni malas, solo envidiosas, pero para eso hay buenas razones...
MARÍA JULIA FUHR